martes, 8 de septiembre de 2009

Monseñor Oscar Sarlinga le confió a San Juan Bosco la educación de la Juventud Católica y la “Misión Joven” en la Diócesis

Diócesis de Zárate-Campana (Presidente Derqui, Partido de Pilar)


El pueblo cristiano emocionado despidió las reliquias de San Juan Bosco en el partido de Pilar. La multitudinaria celebración eucarística, de la que participaron muchísimos jóvenes, presidida por Mons. Oscar Sarlinga y concelebrada por 17 sacerdotes, tuvo lugar en la “Vicaría de Caacupé” (confiada a los PP salesianos) de la ciudad de Presidente Derqui, a cargo del P. Dino Baldán, SDB.


La urna con las reliquias de San Juan Bosco fue llevada este lunes 7 a la “vicaría de Nuestra Señora de Caacupé”, en el barrio de Monterrey (principalmente formado por descendientes de paraguayos) en la localidad de Presidente Derqui (partido de Pilar), diócesis de Zárate-Campana, donde fue depositada en el templo para la veneración de los fieles, una hora antes de la misa, que tuvo lugar a las 19. Cumpliéndose los 150 años de la fundación de la Congregación Salesiana y la proximidad de la celebración del bicentenario de su nacimiento (que será en 2015), dicha urna, réplica de la que se halla en Turín, la cual contiene restos de San Juan Bosco, ha recorrido diversas diócesis de la Argentina, a comenzar por su peregrinación por la Patagonia.


La Vicaría de Nuestra Señora de Caacupé (sita en Uruguay 818 - (B1635BMR) de Presiente Derqui, tiene como encargado, como se ha dicho, al P. Dino Baldán, quien ha trabajado desde años allí, forjando la comunidad con espíritu salesiano, catequético, misionero. Concelebraron la Santa Misa con el Obispo el R.P. Mario Iantorno, Vicario Inspectorial y Rector de la Universidad Salesiana Argentina, Mons. Galuppo, vicario general, Mons. Santiago Herrera, pro-vicario y Rector del Seminario, el Decano de Pilar, Pbro. Oscar Iglesias, el P. Albino Cabral (párroco de La Lonja y colaborador en la vicaría) el P. Diego Zupan, responsable del traslado de las reliquias por el país, y otros sacerdotes tanto del Decanato como de otros decanatos de la diócesis.

Mons. Oscar Sarlinga, quien estuvo emocionado de recibir las reliquias de quien consideró “un gran santo, que colaboró con la transformación de la Iglesia y de sectores de la humanidad”, hizo mención también de cómo lo había denominado S.S. Juan Pablo II, quien lo llamó “Padre y maestro de la juventud”. Luego de hacer alguna referencia biográfica, tal como su nacimiento el 16 de agosto de 1815 y su fallecimiento el 31 de enero de 1888, en Turín, explicó que fue canonizado el 1ro. de abril de 1934 por S.S. Pío XI. Dijo el Obispo que, “(…) incluso antes de la formulación de algunas afirmaciones de la Doctrina Social de la Iglesia, puede decirse que Don Bosco tenía la intuición, el concepto y la acción del desarrollo humano, de “todo el ser humano” y de “todos los seres humanos”, y esto en un sentido integral, a comenzar por la evangelización, la vocación más profunda de la Iglesia”. Dijo que “(…) fue primero sacerdote, y también educador, en el sentido más profundo del término, defensor de la fe de la Iglesia, promotor de la imprenta, del progreso y del crecimiento de las virtudes, incluso cívicas”.

Realzó el Obispo la fidelidad de Don Bosco a la Iglesia, y su relación con el Papa Pío IX, el cual dio un apoyo incondicional a su apostolado y tenía un gran aprecio por el carismático sacerdote turinés. Acerca de su lema sacerdotal “Da mihi animas, coetera tolle” explicó Mons. Sarlinga que se refería al alma como “principio de vida” y por consiguiente que lo que pedía Don Bosco al Señor era que le diera a las personas, para restablecerlas en su dignidad de hijos de Dios, en su dignidad humana, en la evangelización y en la promoción integral. “Lo demás”, dijo, podía serle quitado, pero no el valor de las personas como imagen de Dios.

Mons. Sarlinga se detuvo también en explicar por qué el nombre de “salesianos” e hizo alusión a la devoción de Don Bosco por San Francisco de Sales, obispo de Ginebra y Doctor de la Iglesia, uno de sus principales modelos, pues “(…) el Obispo, que debía residir en Annecy por la persecución a los católicos en Ginebra, venía a su ciudad episcopal vestido de paisano, y recorría las casa de los católicos ocultos, llevándoles mensajes y con un gran coraje, que nunca le hizo perder la suavidad de trato, la mansedumbre y la dulzura de su carácter, fruto de la paciencia, y ésta de la esperanza teologal, y esto tanto frente a los ataques a la fe, como al fenómeno del rigorismo, que también se daba, confundiendo las conciencias”. Desde el principio Don Bosco puso en el centro de su obra la figura de San Francisco de Sales como modelo de amabilidad, dulzura y espiritualidad religiosa Mencionó, continuando su homilía, que Don Bosco estuvo atento a los signos de su tiempo, y a lo que hoy llamaríamos “los signos de los tiempos”, tomando en serio la educación de la juventud, tanto en el aspecto de los talleres de artes y oficios, como en el desarrollo del aspecto lúdico, de los juegos, en el Oratorio donde los muchachos podían aprender un oficio útil, asistir a los sacramentos y tener un patio para jugar sanamente con los amigos.

Al término de la misa, el P. Diego Zupan hizo un relato de la misión que le fuera encomendada al organizar el viaje de las reliquias por el país, así como el P. Iantorno, quien realizó un agradecimiento, así como expresó que las reliquias partirían mañana a Uruguay, y a continuación la comunidad escuchó también las palabras del P.Baldán, el cual realizó un obsequio al Obispo en una estatuilla de San Juan Bosco.

Mons. Sarlinga le confió emotivamente al Santo tanto la educación de la Juventud, en los numerosos colegios católicos de la diócesis, como también la “Misión Joven” que por tercer año consecutivo viene realizándose en distintas ciudades, con un grupo estable de entre 300 y 400 jóvenes misioneros que se desplazan cada año a una distinta ciudad, siendo este año, en octubre, el destino la ciudad de Campana (luego de Baradero y Escobar, en los pasados años).

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